Concierto. Dokken + Kingdom Come
Noche Hard Rockera en pleno puente del Pilar. Noche que prometía buenas emociones con el concierto en la Sala Heineken de dos bandas ya míticas. Por un lado los alemanes, Kingdom Come, la banda de Lenny Wolf, el mayor admirador de Robert Plant que existe, y por otro Dokken, otra banda con el nombre del vocalista que lleva liderándola más de 25 años. Interesante propuesta que llenaba hasta la bandera la sala de la calle Princesa, convertida en algunos de sus rincones en una vuelta al pasado más glamouroso del rock & roll: pañuelos de colores, mallas de diseños irrepetibles, mucha laca y sobre todo calor, mucho calor.
Con adelanto sobre la hora indicada (ya se sabe que la Heineken ha de vaciarse por la vía rápida para reconvertirse tras los conciertos en discoteca quenada tiene que ver con el rock) comenzaban su actuación Kingdom Come. En su larga carrera Kingdom Come tienen una canción largamente recordada, el vacilón “Do you like it”, que es imposible no haber escuchado alguna vez, un par de discos que muestran como en Europa se recogió el testigo del Hard Rock americano a finales de los años ochenta: su disco debut y, especialmente “In your face” Y a partir de ahí una carrera con constantes altibajos marcada por la pasión de su líder por Led Zeppelin. Kingdom Come son un gran grupo, de eso no cabe duda. Lenny mantiene un estado de voz encomiable, y se hace acompañar por un grupo muy solvente. El inmenso guitarrista Eric Foerster es impresionante sobre las tablas, y Frank Binke no para de moverse al son de su bajo machacón. El problema son sus canciones. Aburridos hasta la extenuación, tan sólo dedicaron al recuerdo de esos dos primeros discos los temas “Get it on”, “Living out of touch”, “Pushing Hard” y la imprescindible “Do you like it” con la que cerrarían su actuación. Por el contrario, temas como “Mother” de su disco “Independent”, la lenta “Gotte move now”, con la que abrieron, de “Perpetual” o el largo interludio bluesistico de mitad de su concierto, dejaron absolutamente fría a la asistencia.
Todo el mundo esperaba un tema, y sonó por fin. Fue coreado y bailado con la sala ya hasta los topes, pero la sensación general era de pasividad y, si acaso, de admiración por un vocalista en gran estado de forma pero que hace años abandonó el estilo por el que la mayoría de los asistentes se encontraban en el concierto.
El momento de Dokken llegaba por fin. Visitante habitual de nuestra tierra en los últimos años, los comentarios generalizados iban en la línea de “ya sabemos que no está muy bien, pero a ver si el set list es de clásicos…” Preocupante que esa sea la idea previa de un concierto, especialmente cuando hablamos de una banda legendaria del Hard Rok, pero por desgracia los peores augurios iban a cumplirse. “Kiss of death” era la elegida para arrancar una actuación que puede calificarse con una simple palabra: lamentable. Don Dokken es un cantante, da nombre al grupo, indudablemente él es el líder de su banda. Pero es un vocalista incapacitado para ejercer su labor como cantante. En un estado físico deplorable, a años luz de aquel frontman fibroso de hace años, con una “alegría” en el cuerpo excesiva, sin parar de buscar un vaso cargado con una sustancia de sospechoso color caramelo, fue incapaz de conseguir que uno de los clásicos más recordados del grupo sonase como debía.
Alguno puede pensar que era por ser el primer tema, pero el destrozo de “Into the fire”, el despropósito en “Dream Warriors” o lo lastimoso de “The Hunter” nos mostró la auténtica realidad: Dokken no debería subirse a un escenario por respeto no sólo a su público, sino a sí mismo.
Afortunadamente los sufridores asistentes pudimos gozar de Jon Levin, guitarrista con una actitud y una forma de tocar que hacen olvidar al gran George Lynch. Y no es menos importante el trabajo de Barry Sparks, cubriendo a su jefe en casi todos los temas, o el del eterno Mick Brown en los tambores, intentando levantar a un público atónito por los desafines continuos de Dokken.
“Breaking the chains”, “Alone again” o “Unchain the night” continuaron en la misma senda. Gran guitarrista y patético cantante, cada vez más contento, y que incluso llegaba a achacar los problemas de su voz al técnico de sonido, que bastante tenía con tratar de evitar los acoples que se sucedían cada vez que el micrófono se acercaba demasiado a los monitores. Habría espacio también para “Tooth and nail” y para “When heavens comes down”. Incluso para una versión espantosa de “In my dreams” salvada ligeramente por el esfuerzo de un público que ya era consciente de estar asistiendo a un concierto para olvidar.
Acababa la tortura y la sala coreaba el nombre de Dokken. Este, feliz y sonriente, prometía volver muy pronto. La complacencia del público rockero volvía a aparecer de nuevo. Ante una actuación que hubiera merecido el abucheo más salvaje, la respuesta fueron grandes ovaciones, y ya a la salida, comentarios que insistían en lo escuchado antes de comenzar el concierto: “Bueno, ya sabíamos que andaba mal…” Sí, y sin duda, esa complacencia llevará a un artista en una situación penosa a pensar que, a pesar de todo, lo hizo tan bien como para volver a repetir su show mañana en cualquier otra ciudad… (Fernando Checa www.solo-rock.com Fotos Héctor Checa)
Etiquetas: Conciertos
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1 Comments:
Estuve en el concierto y suscribo la critica al 100%. Es una lástima que Mr. Dokken no se replantee lo que esta haciendo, que no es más que hechar tierra asobre una banda genial de la época de los 80. No se como no de da verguenza. Al lado de Lenny Wolf parecia 50 años mañor y son más o menos de la misma quinta.En fin, de pena y mira que me gusta la música que hacen, pero cantando así y con esa actitud...
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