Los navarros KOMA siguen erre que erre pegándose con quien sea y partiéndose el cobre para demostrar que las modas, estilos, y épocas siguen sin ir con ellos. Sin prisa pero sin pausa, llevan desde 1995 ofreciéndonos dosis de mala leche, buen humor y mucha ironía, aderezados con la rabia y esa vena rebelde de los que no están aquí sólo de pasada y por echar el rato tocando unos temillas. Musicalmente, en su sexto disco en estudio siguen sonando a ellos mismos, ¿cómo iba a ser de otro modo?, con esa mezcla entre rock macarruzo de siempre pero tocado “a todo trapo”, esas gotas de thrash e incluso death que tiene su música, y el punto de rock urbano, punk y metal que siempre defendieron... pero sin bajarse los pantalones ante nadie y siendo ellos mismos ya fuera para catar vinagre o molestar a los vecinos, como para hacernos sufrir un infarto o entrar en coma profundo a base de mala ostia y tralla... eso sí, siempre con ánimo de ofender, ¿si no para qué? Los de Brigi y los suyos vuelven a darnos un capítulo más de su habitual medicina (vale, ya lo hacían PANTERA, fuera y S.A. aquí, hace años, pero KOMA siempre sonaron personales o únicos), en un disco en el que además se atreven con una especie de “rumba metal” gamberra como es “El sonajero” o un tema más relajado como“Buitres (a su alrededor)”. Del resto, quizás un sonido un tanto más actual, al igual que en sus últimos dos o tres últimos álbumes, pero básicamente más buenas canciones para añadir al excelso y ya bastante extenso cancionero popular de la banda. Me quedo especialmente con la propia “Sakeo” (con una melodía cañera que me ha encantado), la rabia y letra con bala de “Los niños de Lapos Guerra” o “La fiera nunca duerme” (que me recuerda incluso por momentos a BARRICADA... con la voz gutural de Brigi, claro, y una guitarra más “melódica”) la caña de “Mandril”, la mordacidad de “Jipis” o la tralla rotunda de “La pelea” (cojonudas las guitarras de Natxo Zabala). Lo dicho, gustos personales de cada uno aparte (y es que sigo prefiriendo sus dos o tres primeros trabajos, igual de cañeros pero mucho más gamberros en mi opinión), siguen siendo ellos al 100%, sonando a KOMA, dando cera como siempre (quizás algo más “protestones” y menos ácidos que otras veces) y metiendo el dedo en el ojo una vez más y sin el permiso de la autoridad como no podía ser de otra manera. (David Esquitino)
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