Crítica. Jimi Jameson. Crossroads moment
Aquí tenemos el nuevo disco en solitario del veterano vocalista norteamericano, después de abandonar por enésima vez a los legendarios SURVIVOR (siendo sustituido, por cierto, por el gran Robin McAuley, de MSG). Como era de esperar, se trata de un buen disco de puro AOR, con obvias y lógicas reminiscencias a su ex banda (sólo por la voz es imposible no mirar a los creadores de joyas como “Eye of the tiger” o “Burning heart”), aunque por otro lado con ese deje más suave que tienen todo estos reyes del AOR conforme se hacen mayores. El sonido es excelente, y el buen gusto y la clase está presente a lo largo de todo el CD, pero también es cierto que se acaba haciendo un tanto pesado al final (¿admitimos hablar de “en la segunda cara” del disco?) porque quizás 14 temas son demasiados para un disco de estas características, especialmente si tenemos en cuenta que la profusión de baladas y temas lentos es importante, y quizás con dos baladas menos el disco hubiera ganado enteros. Aunque bueno, opiniones de “heavy greñudo” aparte, ya digo que la factura es exquisita y es que si juntamos a dos grandes como son Jimi Jameson y Jim Peterik (teclista y principal compositor de SURVIVOR, y actualmente liderando su propio proyecto PRIDE OF LIONS), que produce el disco y ha aportado también coros y algunos teclados, el resultado tiene que ser bueno.
Es una delicia escuchar la atractiva voz de Jimi en los cortes más roqueros como “Battersea”, “Make me believer”, fantástica, o la más suave “That´s why I sing”. Por otro lado, aunque personalmente proteste un poco, está claro que es un genio componiendo temas a medio tiempo de esos que pegan bien fuerte como la homónima “Crossroads moment” o la genial “Can´t look away”, aunque si tengo que escoger una canción del disco, el corte especial es “When rock was king”, un tema en el que colaboran grandes voces del hard rock como Joe Lynn Turner (RAINBOW, PURPLE, YNGWIE, JLT…), Don Barnes (de 38 SPECIALS), Mike Reno (de LOVERBOY) o el propio Peterik, y que efectivamente recuerda a cuando todos ellos eran “los amos del cotarro”. Por otro lado, como decía antes, no deja de haber siempre temas en estos discos que nos sobran a los que nos gusta menos esta faceta casi pop propia del AOR, representada en este caso por canciones como “Bittersweet” o “She´s nothing to me”, que me dicen mucho menos. De todos modos, y evitando por momentos la mala digestión de almíbar, un excelente disco de AOR (su tercero en solitario) de uno de los mejores cantantes del género de todos los tiempos. (David Esquitino)
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