Crítica. Ascension of the Watchers. Numinosum
Es un hecho que la mayoría de los artistas que trascienden de ser meros músicos o ejecutantes, tienen diversas inquietudes que plasman en estilos musicales que, a menudo, están en extremos completamente opuestos. Burton C. Bell, cantante de Fear Factory, une de nuevo fuerzas con John Bechdel (teclista de MINISTRY, PRONG o los propios FEAR FACTORY) para mostrar su cara más experimental e intimista en el ya el segundo trabajo del grupo. Más que orquestal, habría que hablar de un disco experimental y atmosférico en los que la rabia de sus otros proyectos se contiene esta vez en oscuridad y delicadeza. La fiereza deja paso a los íntimos sentimientos y a una especie de calma nerviosa que se desarrolla a lo largo de los once temas que contiene el disco. “Ascendant” es el primer corte, un latido de corazón marca el ritmo de este tema, tranquilo y ensoñador, donde se susurran ideas y sentimientos. “Evading” nos reserva sonoridades más cercanas a lo que estamos acostumbrados, con una base rítmica que no hace falta intuir y una guitarra rítmica en limpio que lo abarca todo. Burton se destapa en este tema con una serie de tesituras vocales limpias prácticamente desconocidas hasta ahora. “Residual Presence” se hace más difícil de escuchar, ya que es un tema de corte mucho más experimental, otro gran medio tiempo aderezado con múltiples “overdubs” de teclado y sonidos experimentales de guitarra. Burton a lo suyo, estudiando hasta dónde pueden llegar sus registros vocales. “Canon for my beloved” y “Moonshine” son dos cortes preciosos y preciosistas en los que la melancolía y la simpleza generan dos retratos musicales cercanos al gótico experimental, de corte Anathema. Estos primeros cortes dejan paso a los siguientes pasajes, también necesarios para conformar un disco. “Mars Becoming”, “On the river” o “Violent morning” siguen siendo temas sobresalientes donde se explota de forma concisa e intencionada la forma de composición que hemos ido explicando a lo largo de este comentario. En definitiva, un respiro dentro del paraje metalero donde se mueven estos dos artistas. Todo un acierto, en el que se demuestra que las inquietudes musicales se pueden plasmar de distintas formas y colores. (Javier Paredes)
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